Durante su estancia en un país desconocido, Han Kang se ve abordada por una apremiante necesidad de escribir sobre el color blanco. Es su forma de dar sentido a una tragedia que la ha atormentado siempre: la prematura muerte de su hermana, a las pocas horas de nacer; alguien a quien no llegó a conocer y a quien parece haber sustituido. Invocar los recuerdos que la vinculan con el blanco será su forma de conversar con ella, de evocar su rostro, de sepultarla íntimamente en la escritura. La crítica dijo: «Han Kang esboza un mapa psicológico del duelo a partir de un texto misterioso que es casi un libro de oraciones secular. Blanco refleja como ninguna otra obra el deseo urgente de su autora de trascender el dolor mediante el lenguaje»